Lo que el dinero dice de ti

Black Swan es una película que cuenta la historia de una bailarina que se enfrenta a su propia mente. Su transformación no ocurre en el escenario, sino en un instante íntimo y despiadado: cuando queda sola frente al espejo del camerino. No baila, no posa, no busca perfección. Simplemente se mira. Y el espejo no le devuelve su cuerpo, sino su verdad: miedo, exigencia, sombra. Lo que intenta controlar con técnica aparece con una claridad que ya no puede evitar.  

Eso mismo pasa cuando miramos nuestras finanzas con honestidad.  El dinero no muestra cifras: refleja nuestro mundo interno.

Crecimos creyendo que “Queramos o no, cada decisión mueve la plata de alguna forma”, y entonces antes de decidir algo siempre nos vamos a calcular si tenemos la plata o no.  O qué consecuencia tiene en las finanzas.  El sistema en el que vivimos nos obliga a cuidar la plata, ahorrar, invertir, evitar excesos. 

Nadie nos dijo lo esencial: que el dinero también toca nuestras emociones. ¿Quién no ha sentido ansiedad, culpa, miedo, orgullo o necesidad de control al tomar decisiones financieras? 

Aprendimos técnica, sí… pero no a mirarnos por dentro. Por eso podemos saber de tasas y presupuestos y aun así sentirnos confundidos. Lo técnico ordena números; lo emocional ordena la vida.

¡Ah,  y hay otra confusión!: creer que riqueza o lujo equivalen a bienestar. La riqueza puede ser acumulación sin sentido; el lujo, una fachada. La abundancia, en cambio, es un estado interior. La prosperidad no es tener más, sino estar en paz con lo que somos y con lo que tenemos.

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